En el número 56 de la rue des Trois Frèresse encuentra la frutería en la que nuestra protagonista compra sus alcachofas y sus avellanas. Allí, Audrey Tautou, actriz principal del film más conocido de Jean-Pierre Jeunet, hablaba con el señor Colignon.
Otro de los rincones que vale la pena ver es el café donde trabaja Amélie, el Café des deux Moulains, en la rue Lepic. Las paredes del local lucen algunas imágenes de la actriz en la ventana, para recordar a sus clientes que allí se rodaron diversas escenas del film.
El Sagrado Corazón se convierte en uno de los lugares memorables de la película franco-alemana: Amélie hace que su amado, Nino, busque el álbum de fotos que ha perdido precisamente, en esa plaza.
Un lugar curioso es la tienda pornográfica en la que trabaja Nino. Este establecimiento está cerca del Place Blanche. La parada de metro Lamarck-Caulaincourt es el lugar en el que Amélie ayuda a una persona ciega.
Este pequeño recorrido por las localizaciones de Amélie Poulain es una buena manera de descubrir París. Sin embargo, la capital francesa es mucho más que el barrio de Montmartre. Una visita a la ciudad conlleva, obligatoriamente, un kit imprescindible de museos (Louvre, D’Orssay, por ejemplo), recorridos al aire libre por las plazas de la Concordia y Ópera, la Catedral de Notre-Dame, los Campos Elíseos, el Arco del Triunfo y, si para calmar la sed y el hambre, nada mejor como dejarse llevar por la vida nocturna del Barrio Latino.
En una ciudad donde se han escenificado amores, desamores, asesinatos, persecuciones y enigmas no resueltos de la vida de una pobre camarera como Amélie, no es de extrañar que sea un pecado mortal para los cinéfilos no hacer coincidir un a veintena de películas, desde clásicos como Charada y Sabrina, hasta las recientes Tres colores: azul, de Keislowski y Antes del Atardecer, con Julie Delphy y Ethan Hawke.
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